martes, 14 de febrero de 2012

sábado, 14 de enero de 2012

Nigthmare


El sueño es un arte poético involuntario....(Kant)

viernes, 13 de enero de 2012

lunes, 19 de diciembre de 2011

Apes make it better

A little proyect made by a friend n is really apropiate for the country´s current sitiation because  apes would do even better






viernes, 25 de noviembre de 2011

asomAROs

JUST CLICK!!

Cuenta la historia, que en uno de
 los otoños más lluviosos de Sevilla, bajo una de sus
tormentosas noches, empezó un curioso proyecto.
Una anciana solitaria y sin hogar vagabundeaba cerca de la orilla
del Guadalquivir cobijándose bajo los escasos árboles que encontraba.
Cuando al alzar la vista se topó con un edificio viejo y  abandonado impregnado
de  una espléndida vida anterior. La anciana decidió entrar hasta que pasase la tormenta, pero para su sorpresa, en su interior, junto a la pared, se hallaba una antigua locomotora cubierta de andrajosas enredaderas. Al acercarse descubrió entre las hiedras un vagón que con la locomotora formaban parte de un antiguo tren.
Quitó las enredaderas que lo cubrían todo y decidió pasar la noche en uno de los cómodos asientos del coche.
Al amanecer volvió a pasear por la orilla del Guadalquivir pero con un
 radiante sol y se enamoró de las mañanas tardes y atardeceres de aquel mágico lugar.
Desde entonces la anciana pasó el resto de sus días en a la vieja y olvidada
 locomotora con un solo vagón descubriendo la belleza del río y su alrededor.
Todos los días cargaba diferentes objetos y materiales que encontraba en la estación hasta el río, luego formaba un aro con ellos para así enmarcar cada día una vista diferente, desde distintas alturas y aprovechando la topografía del pequeño valle que llega a la orilla.
De esta forma recordaría que un lugar puede cambiar
 dependiendo de cómo, cuando y desde donde lo mires.



viernes, 18 de noviembre de 2011

miércoles, 14 de septiembre de 2011

wazka

El viento salta
desde los más lejanos
verdores de la ceiba:
rompe las confusiones
de la luz:
destruye el perfecto temblor
de un vuelo transparente.
De espaldas en la alberca
la libélula
no puede gritar
los colores de su muerte:
sus quietos dientes
aún se ocupan
de un hígado de mariposa
de una leve víscera de cínife
de los muslos de un gusano
macerados por el sol.
Gotas de ceniza rodean
las alas aplacadas
los metálicos ojos
el largo vientre
de ese bicho del Diablo
capturado
por labios fangosos
y lenguas inmóviles.
En el fondo de piedras azules
se disuelven
pequeños cadáveres
como cáscaras de carne.
En los cielos
de más arriba
-bambú eucalipto palma realnadie
ve las sedosas sombras
el fulgor de las mandíbulas
las olientes cacerías
y el viejo viento
que comienza a declinar.
Saúl Ibargoyen